Edición impresa

Actualidad Navarra, Pamplona, Tudela, Estella, Osasuna, Deportes, Gobierno de Navarra, Ayuntamiento de Pamplona, Política, Economía, Trabajo, Sociedad.

Fotos que hablan (13)

En torno a las primeras fotos de la Virgen del Puy de Estella

La primera fotografía de la patrona de la ciudad se hizo en 1862, pero se perdió. 

Ampliar Detale de una fotografía de la Virgen del Puy de finales del siglo XIX.
Detale de una fotografía de la Virgen del Puy de finales del siglo XIX
  • Ricardo Fernández Gracia
Publicado el 05/05/2024 a las 05:00
Las reproducciones litográficas de la patrona de Estella fueron numerosas y destacaron un par de ellas por su calidad y tamaño. Pero, si algo llegó con fuerza y novedad en la segunda mitad del siglo XIX fue la fotografía.
LA PRIMERA FOTOGRAFÍA EN 1862
Gracias al Libro Becerro del archivo del santuario, pudimos averiguar las circunstancias en las que se realizó la primera fotografía de la imagen en 1862. Así quedó reflejada tal circunstancia en una nota del prior de la basílica don José María Arrastia: “En marzo de 1862 se hicieron las primeras fotografías de Nuestra Señora del Puy, en cuya operación tuvo una parte muy principal el presbítero don Babil Moreno, catedrático de física del Seminario de Pamplona, quien se presentó a hacer dichas fotografías en unión de Mr. Leandro, maestro en dicho arte. Para ello hubo de sacarse la Santísima Imagen al atrio y allí se colocó con la debida reverencia y adornada con todo el primor. Con este motivo subió mucha gente de la ciudad, con el laudable deseo de visitar a Nuestra Señora y verla a su satisfacción”.
El fotógrafo lo hemos de identificar con el francés Leandro Desages, inscrito en la Société Française de la Photographie en 1856, y que a comienzos de la década de los sesenta se acababa de instalar en Pamplona con establecimiento propio, antes de marchar a Santander y asociarse en la capital navarra con Domingo Dublan. El texto deja entrever en sus últimas líneas la expectación que suscitó la toma de la instantánea en aquel año de 1862 y, asimismo, destaca cómo se trata al fotógrafo de “maestro en dicho arte”, con el contenido secular de la expresión, que no era otro que el tener una habilidad y hacer las cosas bien en la especialidad correspondiente. La última circunstancia a valorar es lo temprano de la foto de la Virgen del Puy, anticipándose a lo que se hizo poco más tarde con otras imágenes marianas, como la de Ujué, que pasaría por el objetivo en 1876.
En cuanto al sacerdote Babil Moreno Sesma, al que el texto del Libro Becerro atribuye lo principal de la instantánea, sabemos que, efectivamente, cultivó la fotografía y la pintura en la Pamplona de mediados del siglo XIX. Su semblanza quedó trazada en La Avalancha en enero de 1900. Don Babil había nacido en San Martín de Unx en 1819, era hijo del farmacéutico de la localidad y al morir su padre, se trasladó a Pamplona, se ordenó sacerdote (1847) y por sus grandes dotes para la física y la geometría fue nombrado por el obispo Andriani para aquellas cátedras en el Seminario. El obispo Úriz y Labairu le distinguió nada más ser nombrado para la mitra de San Fermín, en 1861, con cargos de gran confianza y, finalmente, partió a las misiones e ingresó en la Compañía de Jesús, falleciendo en 1899 en Guayaquil. Su nombre deberá estar muy presente entre quienes se dedican a historiar la fotografía navarra, pues las fuentes escritas lo señalan como hábil en la misma y el dato estellés lo corrobora. Su condición de jesuita nos hace recordar aquí a otro clérigo fotógrafo del mismo instituto de San Ignacio, llamado Domingo Erneta, que antes de abrazar la librea de San Ignacio, en 1860, llegó a Pamplona para aprender el oficio de fotógrafo durante cinco años.
En caso de haberse hecho la fotografía en tamaño carte de visite, algo probable porque obviamente se buscaría la multiplicación de la imagen, no dejaría de llamar la atención su temprana cronología, si tenemos en cuenta que el formato fotográfico de carte de visite o tarjeta de visita lo creó Disderí en 1854 y se popularizó a partir de 1859 tanto en Francia como en España. En este último caso, Laurent comercializó en 1861 su Catálogo de los Retratos que se venden en casa de J. Laurent, Fotógrafo de S. M. la Reina, y N. García Lara también se anunciaba en el mismo año como autor de retratos en tamaño tarjeta. En 1864 llegó el propio Disderí a Madrid y entre 1863 y 1865 los retratos en tarjeta fueron conocidos en casi todas las ciudades españolas. Todos estos datos nos ayudan a contextualizar aquella fotografía de la Virgen del Puy, a fortiori, si como cabe sospechar se hizo en tamaño de carte de visite, como se hizo un poco más tarde, en 1876, con la Virgen de Ujué, cuyo ejemplar sí que conocemos en una colección particular. Amén de los personajes fotografiados, el tamaño reducido se hizo muy popular para las célebres imágenes religiosas. Ejemplares en aquel pequeño tamaño se vendían entre amigos y visitantes de los santuarios, iniciando una sustitución paulatina de grabados y litografías de la estampa devocional.
En algún baúl, en manos de algún coleccionista, o entre las páginas de una viejo devocionario, estamos seguros de que, más pronto o más tarde, podremos conocer esa fotografía de 1862.
LA FOTO APARECIDA EN EL LIBRO DE PEDRO MADRAZO
Imagen de la Virgen del Puy aparecida en la obra de Madrazo, en 1886.
Imagen de la Virgen del Puy aparecida en la obra de Madrazo, en 1886
El año de 1886 supuso un antes y un después en la apariencia de la imagen ante los fieles. El motivo fue la visita que hizo al santuario don Pedro Madrazo, en su recorrido para redactar sus tres tomos de Navarra y La Rioja, para lo cual llegó con recomendación episcopal, accedió al camarín de la imagen. Para examinar el icono se le despojó de su manto y delantal, exclamando: ¡Oh portento, qué antigüedad! Esta imagen es del siglo de oro de la Iglesia española, del siglo de San Isidoro y Justiniano. No hay en Estella un monumento tan antiguo como éste. Es del siglo VII de la era cristiana”. Madrazo recomendó al prior vivamente que no le volviesen a poner aquellas ropas, por considerarlo de mal gusto. El prior calculaba, en su crónica del Libro Becerro, que haría como 200 ó 300 años que habían convertido a la escultura medieval en imagen de vestir y en su crónica afirma: “Ahora pues que llega la época de quitar los vestidos postizos las imágenes que se hicieron para no tenerlos, como ha sucedido con la de Ujué y otras, me determiné a tomar el mismo acuerdo con la nuestra del Puy”. En adelante, la imagen sólo llevaría el manto.
El problema que se suscitó en la nueva situación fue el deterioro de las láminas de plata con que estaba forrada, muy ennegrecidas por los remiendos realizados con estaño y plomo. El platero Eustaquio Carrasquilla “que sabe hacer las cosas con todo primor” procedió a su trabajo durante la primavera de aquel año de 1886. Para ello se le exigió que fuese muy pulcro y procediese “con todas las labores y adornos que había antes”. La crónica prosigue así: “Después de preparados los trabajos en su taller, subió el platero durante un mes al camarín de la Virgen, adonde se bajaba todos los días la nueva y aquilatada plata. Dos mil clavitos del mismo metal se emplearon en la guarnición que forman el remate del ropaje, se hicieron con toda precisión y exactitud como eran antes y para ello hubo que preparar troqueles nuevos de acero que costaron bastante”. El 25 de julio del mismo año finalizó su tarea, lo que se celebró con una fiesta en la que predicó don Santiago María Lamana que llegó desde Madrid, sin coste alguno y donando 200 reales para ayudar a la obra. Al día siguiente, se expuso la imagen y todos los estelleses la pudieron contemplar, besándole los pies. El coste ascendió a 7.000 reales, incluida la nube de plata. El orfebre se quedó con toda la plata vieja del antiguo ropaje. El prior Arrastia anota el siguiente comentario y apostilla: “Debo advertir que cuando se quitó a la Santa Imagen el envejecido ropaje de plata, apareció la madera sin pintura ninguna, ni rastro siquiera, lo cual da a entender que aquel ropaje lo tuvo siempre la imagen, tal vez desde el siglo VII en que se construyó y que así estuvo escondida en esta montaña y así también la hallaron el día de la aparición. La madera es, según dicen, castaño”. Finalmente, el prior Arrastia añora el día en que se pudiese hacer una elegante silla de plata, advirtiendo que los antiguos no adornaron la imagen por detrás, habida cuenta de que la veneraban en el arca y no se le veía la espalda. Mientras tanto, era necesario cubrirla con un manto.
El contexto en el que se procedió a devolver a la imagen de la Virgen del Puy su aspecto original hay que relacionarlo con lo que ocurría en la España del momento. El despojo de todo aditamento se llevó a cabo en aras a buscar la verdadera apariencia con la Virgen de la Merced de Barcelona, en las últimas décadas del siglo XIX, la Virgen de Ujué en el mismo año de 1886 y, posiblemente, por la misma causa, iniciándose una campaña para hacer lo mismo con la de Montserrat, algo que no se lograría en este último caso hasta después de la Guerra Civil.
La fotografía de Madrazo es, sin duda, la que muestra mejor las características de la escultura gótica, datada por Clara Fernández-Ladreda a fines del siglo XII o comienzos de la siguiente centuria. Las características de la escultura y el viejo revestimiento argénteo con los roces y desgastes en los pliegues son bien visibles y no se observarán en las fotografías posteriores.
OTRAS FOTOGRAFÍAS
Fotografía de la Virgen del Puy, fines del siglo XIX.
Fotografía de la Virgen del Puy, fines del siglo XIX
La devoción popular debió ser la causa para que no se eliminase el manto, el rostrillo y la gran corona argéntea del siglo XVIII con su ráfaga, pues en las fotos de fines del siglo XIX y comienzos del XX, aún los luce. Conocemos varias instantáneas de esos momentos. Una de ellas, a través de una copia que se conserva en el Puy, con fondo oscuro, con fondo de cartulina con orla y la inscripción de “Nuestra Señora del Puy, Patrona de Estella”. En otra de similares características varía la inscripción, al anotarse: “Ntra. Señora del Puy de Estella / Copia exacta de la milagrosa imagen / aparecida el año 1085 / Rezando un Ave María o Salve se ganan muchísimas indulgencias”.
Postal centenaria de la Virgen del Puy, de “Foto Madrileña”.
Postal centenaria de la Virgen del Puy, de “Foto Madrileña”
Otra, de gran calidad, es una tarjeta postal comercializada por la marca del establecimiento vallisoletano “Foto Madrileña”, en las primeras décadas del siglo XX. No se divulgó mucho y su conocimiento lo debemos a María Jesús Munárriz, gran entusiasta de los recuerdos del Puy, con los que vibra y se emociona. Al mismo tipo que la postal corresponde otra tirada, en este caso fotográfica, fechada en 1912, sin que sepamos la entidad que corrió con la misma.
Ricardo Fernández Gracia. Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro. Universidad de Navarra
volver arriba

Activar Notificaciones

Continuar

Gracias por elegir Diario de Navarra

Parece que en el navegador.

Con el fin de fomentar un periodismo de calidad e independiente, para poder seguir disfrutando del mejor contenido y asegurar que la página funciona correctamente.

Si quieres ver reducido el impacto de la publicidad puedes suscribirte a la edición digital con acceso a todas las ventajas exclusivas de los suscriptores.

Suscríbete ahora